Hay varias razones para pensar que no era fácil especialmente para PYMES, y entre ellas la obligatoriedad de todos los procesos, la necesidad de tener más de 13 roles, la cantidad enorme de indicadores, y la importancia relativa del servicio a certificar.
Con esa idea, se propuso posteriormente la creación de un Modelo Incremental, algo parecido a lo que hace CMMi con su modelo de madurez, creando niveles hasta el 5, y con especificaciones en cada uno de los niveles.
Adicionalmente nos sentimos innovadores. Compartimos la idea internacionalmente y tuvo acogida, parecía una buena idea y que resolvería dos posibles problemas:
1. A las PYMES les resultaría muy difícil obtener la certificación, y quizá algunas de ellas no deberían tenerla, y llegar a un nivel 1 o 2 podría resultar suficiente. Por ejemplo el primer nivel ya demostraría el interés, un esfuerzo medio más allá de una autoevaluación. También las posibles licitaciones y contrataciones que no requieran de toda la ISO 20000, podrían pedir por ejemplo “al menos el nivel 2”.
2. Las grandes empresas que emprenden un proyecto de adopción de ITIL e ISO 20000 y por su naturaleza y tamaño van a invertir años, y muchos recursos. Una “hoja de ruta” debería poder ir validando los hitos y puntos de control en ese camino.
Lo curioso es que esto nos lo planteamos cuando no se había iniciado las certificaciones. No obstante ahora hay más de 50 empresas certificadas en España, la mayoría PYMES. La mayoría de esas PYMEs obtuvieron la ISO 20000 en un plazo sorprendente alrededor de 6 meses, y además muchas de ellas ni siquiera les hizo falta saber de ITIL, de todos sus procesos, y ni uno solo de sus empleados requirió de formación.
Evidentemente nos equivocamos. O hicimos muy mal nuestro trabajo de difusión.
¿Qué pasó? ¿Qué nos perdimos? ¿Qué es lo que no vimos entre todos los consultores y formadores?
Os invito a comentar.
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